domingo, 12 de agosto de 2007

JUSTICIA SOCIAL


Estimados Amigos :

Me permito recordar la doctrina católica sobre la remuneración justa, a través de la opiniòn del Episcopado Chileno en los últimos dos años, referida a pobreza, equidad y justicia social.


Declaración “Hemos visto al Señor”, al concluir la 89ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile, 22 de abril de 2005:

“Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Chile, recordando la voz profética de Juan Pablo II, manifestamos nuestra preocupación por los hermanos y hermanas que sufren la injusticia de un salario, jubilación o montepíos insuficientes, y los efectos de una pobreza persistente. En nuestro país las diferencias sociales, manifestadas en calidad de vivienda, acceso a bienes de consumo, salud, educación, salario, etc., alcanzan niveles escandalosos, mientras la equidad y la globalización de la solidaridad siguen siendo un desafío que aún espera respuestas urgentes. Invitamos a incentivar los programas encaminados a superar la pobreza y a implementar caminos de mayor equidad”.

2. Declaración “Responsabilidad y transparencia en el proceso electoral”, del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile, 11 de agosto de 2005:

(Refiriéndose a los programas de las candidaturas presidenciales) "En particular, destacamos que sean propuestas concretas para promover una mayor equidad, que supere las escandalosas brechas sociales, económicas y culturales existentes en nuestro país y procuren fortalecer la familia como el principal espacio de humanización".

3. Declaración “Navidad, en una Familia viene la luz al mundo”, al término de la 90ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile, 25 de noviembre de 2005:

"En nuestra Asamblea hemos tomado renovada conciencia, con los ojos de la fe y mirada de pastores, de las cuestiones urgentes de la vida personal y social: el cambio cultural, las próximas elecciones, la economía y sus desafíos actuales, especialmente el crecimiento en equidad, el desarrollo y cuidado del ambiente, la delincuencia e inseguridad, la relación con los países vecinos, la educación y el ecumenismo".

4. Declaración “Una democracia con valores”, del Comité Permanente de la CECh, 14 de diciembre de 2005:

"Hay desafíos de gran actualidad que son irrenunciables para un cristiano, y que nunca pueden ser postergados. Entre ellos, ocupan un lugar relevante el respeto y el apoyo que se brinde a toda vida humana -desde el instante mismo de su concepción-; el respeto por la dignidad de las personas, especialmente de quienes más sufren y los pobres, como asimismo el respeto por las minorías étnicas y religiosas; el cultivo de las buenas relaciones con los países hermanos, evitando hegemonías que amenazan la fraternidad entre pueblos soberanos; la superación de las desigualdades escandalosas entre los países y, por desgracia, también al interior del nuestro; la preocupación por los campesinos y su trabajo productivo; las oportunidades reales y factibles para los jóvenes; el derecho al trabajo, al descanso dominical, a la justa retribución que permita una vida digna, a las prontas imposiciones del dinero descontado a los propios trabajadores; y a las pensiones dignas para las personas jubiladas y montepiadas".

5. Declaración “Vida nueva en Cristo”, al término de la 91ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile, 28 de abril de 2006:

"Nos alegramos de los avances que nuestra Patria ha venido experimentando en el ámbito institucional, económico, social y político. Sin embargo, sigue pendiente el llamado del recordado Papa Juan Pablo II en su visita a Chile: “Los pobres no pueden esperar”. Este desafío prioritario, que es más realizable ahora dados los progresos del país, lo debemos asumir como sociedad toda. El testimonio de San Alberto Hurtado nos impulsa a ello".


6. Declaración “Hacia un Bicentenario libre del flagelo de la droga”, del Presidente de la Conferencia Episcopal, hablando en nombre del Comité Permanente de la CECh, 25 de septiembre de 2006:

"Nuestra Madre Iglesia chilena por muchos años ha querido tener una actitud de escucha cercana, atenta y cariñosa con sus hijos que más sufren las consecuencias de la “persistente y escandalosa desigualdad”. Ha buscado asumir la mirada evangélica de ir al encuentro del desvalido, de ser prójimo y próximo al que va herido por el camino, y una actitud de acogida incondicional acercándose a sus diversas realidades de dolor como lo hizo Jesús en la figura del Buen Samaritano, y en su encuentro con los peregrinos de Emaús(…)
Estamos todos preparando con gran entusiasmo las celebraciones con ocasión del Bicentenario, deseamos que estos preparativos no sólo se traduzcan en mejoras en infraestructura, grandes monumentos e inversión pública. Qué hermoso sería que fuera también una de las metas el terminar con el flagelo de la droga y con la enorme brecha de desigualdad que afecta de manera tan dramática a tantos hermanos nuestros".

7. Declaración “A despertar la conciencia moral y social”, al término de la 92ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile, 17 de noviembre de 2006:

"Creemos de vital importancia mantener viva y despierta la conciencia moral, educándola a la luz de la recta razón y del Evangelio, para contribuir a la construcción de un país más justo y transparente, agradecido del don de la vida y por todo aquello que la hace más digna (…) Invitamos también a todos a contribuir activamente en la construcción de proyectos sociales y políticos que superen visiones mezquinas de intereses partidistas o de categoría social y que tengan, en cambio, como objetivo un Chile más humano y más justo, especialmente a favor de los más pobres. Pensamos en los campos de la familia, de la educación, del trabajo, de la vivienda digna, de la relación con los pueblos originarios, de la ecología y de las comunicaciones sociales".

"Continúa la espera de los pobres. A pesar de esfuerzos y logros en materia de justicia social, la espera de muchos pobres continúa. Esperan ser escuchados, atendidos en el anhelo de ser protagonistas de su propia historia, incluidos en este mundo global y tecnificado que les margina. De un modo particular, el mundo rural y sectores urbanos empobrecidos, claman desde su postergación. Superar la pobreza y las grandes desigualdades, constituyen desafíos sociales que no pueden dejar de interpelarnos, también a nuestra sociedad y a sus líderes".

8. Declaración “Renovemos la esperanza en el alma de Chile”, al término de la 93ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal de Chile, 20 de abril de 2007:

“…la violencia es el síntoma de una situación de inequidad evidente que no ha sido resuelta por nuestra sociedad. Los trabajadores tienen el legítimo derecho de movilizarse a través de sus organizaciones representativas para reclamar lo que la ley les confiere y en justicia les pertenece. Pero nada justifica la violencia ni el atropello a los derechos de otras personas (…)

A propósito del conflicto en CODELCO y el debate sobre la subcontratación
Hacemos un llamado a empresarios y trabajadores, a las autoridades de gobierno y a los legisladores, para que aborden estas situaciones con espíritu de concordia, procurando buscar el bienestar de quienes carecen de lo necesario para vivir. San Alberto Hurtado nos decía: “Habrá justicia social cuando sea el bien común y no el interés particular el que regule la distribución de los bienes” (¿Cómo remediar la desarticulación de la vida moderna?, 1939). Es preciso avanzar con rapidez y decisión hacia una dignidad del trabajo y el pleno respeto a los derechos básicos de los trabajadores (…)

Necesitamos escucharnos y abrirnos a buscar soluciones que integren los distintos puntos de vista, para resolver los dramáticos problemas de pobreza y trabajo precario que angustian a alrededor de un millón de chilenos. Esto sigue constituyendo un escándalo en un país que ha crecido tanto en los últimos años, que está siendo capaz de disminuir la pobreza, y que cuenta con recursos para construir una sociedad más justa y equitativa”.


FUENTE :
http://www.iglesia.cl/

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