lunes, 24 de septiembre de 2007

S.S.BENEDICTO XVI : LA LOGICA DE COMPARTIR

VATICANO, 23 Sep. 07 / 07:34 am (ACI).- Miles de peregrinos se reunieron este mediodía en el Palacio Apostólico de Castelgandolfo para rezar el Ángelus Dominical con el Papa Benedicto XVI, quien señaló que el uso del dinero debe estar iluminado por el ejemplo de Cristo y que debe prevalecer en ello la lógica del compartir y de la solidaridad sobre la de la ganancia.

El Santo Padre, tras su retorno de una breve visita esta mañana a la diócesis de Velletri-Segni, meditó sobre “el recto uso de los bienes terrenos, un tema que en estos domingos el evangelista Lucas ha propuesto en modos diversos”.

“Cristo enseña a sus discípulos cuál es el mejor modo para utilizar el dinero y las riquezas materiales, esto es compartirlos con los pobres ganando así su amistad, en vistas al Reino de los cielos”, continuó el Pontífice.

El Santo Padre hizo notar que el “dinero en sí mismo no es ‘deshonesto’, pero en más de una ocasión puede encerrar al hombre en un ciego egoísmo”.

De este modo explicó cómo se “debe operar una cierta ‘conversión’ de los bienes económicos: en vez de usarlos solo para el propio interés, es necesario pensar en las necesidades de los pobres, imitando a Cristo mismo”.

“Cristo –prosiguió- no nos ha enriquecido con su riqueza sino con su pobreza, es decir, con su amor que lo ha llevado a donarse totalmente por nosotros”.

Aprovechó también la ocasión para hacer referencia a la Doctrina Social de la Iglesia que “siempre ha sostenido que la igual distribución de los bienes es prioritaria. La ganancia es naturalmente legítima y, en la justa medida, necesaria para el desarrollo económico”.

Subrayó asimismo que “la emergencia del hambre y la ecológica denuncian, con creciente evidencia, que la lógica de la ganancia, si es prevalente, incrementa la desproporción entre ricos y pobres y una ruinosa explotación del planeta. Cuando, en cambio, prevale la lógica del compartir y de la solidaridad es posible corregir el rumbo y orientarlo hacia un desarrollo ecuánime y sostenible”.

Finalmente, Benedicto XVI rezó la oración mariana con los presentes y los saludó en diversas lenguas.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

POR UNA PATRIA MAS EQUITATIVA

Estimados ( as )

Ayer ( 18 de Septiembre ), tuve la oportunidad de participar en el Te Deum de Fiestas Patrias, efectuado en la Catedral de Rancagua.
En atención a lo anterior, me es grato transcribir Homilía de Don Alejandro Goic Karmelic Obispo de Rancagua.

A modo de introducción, cabe hacer presente que, los Textos Bíblicos utilizados fueron :

Ex 3, 1 – 12 “…he visto la aflicción de mi pueblo en Egipto…”

Mc 6, 31 – 44 “… denles ustedes de comer…”

TEXTO DE HOMILIA

1.- Con el corazón agradecido y el oído atento de los discípulos

En el aniversario de nuestra independencia nacional, volvemos cada año con el corazón agradecido a ponernos como país ante el Señor de la historia. Antes de cualquier otra actitud, y por sobre cualquier otro sentimiento, está nuestra gratitud al Señor: siempre es mucho más lo que tenemos que agradecer. Todo cuanto somos y tenemos, nuestras relaciones humanas, los pasos que vamos dando como país, las capacidades con que enfrentamos los desafíos de la hora presente y la esperanza con que miramos el futuro, todo eso es don de Dios. Somos obra suya y a Él hoy nos volvemos agradecidos.

Al mismo tiempo, al volvernos al Señor lo hacemos necesitados de oír su voz para que -como lo hemos escuchado en el Evangelio de san Marcos- Él nos “enseñe esas muchas cosas” (Mc 6, 34) que necesitamos para vivir como discípulos suyos. Si no nos ponemos ante el Señor con oído atento de discípulos, todo se vuelve una confusión de voces, como en la antigua historia de la torre de Babel (cf. Gén 11, 1 – 9), donde nadie se escucha, donde el diálogo se hace imposible y los seres humanos se vuelven unos contra otros.

Si nos ponemos hoy ante el Señor con el corazón agradecido, nos ponemos también con el oído atento de los discípulos. Sólo con estas actitudes es posible llegar ante el Señor como una comunidad de hombres y mujeres que quieren construir la historia de una patria justa y fraterna donde cada uno de sus hijos tenga pan, respeto y alegría.

2.- Los llamados de Dios en la historia

La historia del Pueblo de Dios pasó por duras situaciones, tal como nos lo mostraba la lectura del libro del Éxodo. En Egipto, el pueblo conoció la opresión los sufrimientos de una vida para la que no había sido creado. En esa historia llena de dolores humanos, Dios se manifestaba como el Señor de la compasión y de la justicia, que no está dispuesto a aceptar que se destruya la obra de sus manos: “he visto la aflicción de mi pueblo en Egipto […] he bajado para librarlo” (Ex 3, 7 - 8). Dios quiere que su pueblo camine con dignidad, que se desarrolle integralmente y que así pueda vivir siempre agradecido dando culto al Señor.

Es en la historia donde Dios iba mostrando su rostro, su manera de actuar y sus intereses en los que estaba puesto su corazón. Allí se mostró a Moisés, le hizo ver que esa tierra que pisaba era sagrada porque Dios estaba allí, le hizo ver que la historia que vivían desde sus antepasados era la historia de Dios con ellos, y allí le confió la misión de colaborar en la liberación de su pueblo.

Aunque han pasado muchos siglos de los acontecimientos que nos relata el libro del Éxodo, Dios sigue actuando de la misma manera y saliendo a nuestro encuentro en la historia que vivimos. Su oído sigue siendo particularmente sensible a los sufrimientos de los que son condenados a una vida que no es aquella para la cual los creó, y desde esos dolores que escucha interviene buscando la dignidad y la justicia para sus hijos: la historia que vivimos como pueblo de Chile es para nosotros un lugar de encuentro con el Dios que quiere una vida plena y digna para todos sus hijos.

En medio de tantas gratitudes que podemos proclamar en esta celebración por el camino que hemos ido recorriendo con el esfuerzo generoso de tantas personas, también tenemos que hacernos cargo de los dolores y clamores que suben desde nuestra historia hacia el Señor. En las últimas décadas hemos vivido como país un intenso proceso marcado por:

- la recuperación de la democracia como forma de convivencia social y política; ha sido un primer paso significativo, el cual es necesario cuidar y profundizar a través de una convivencia verdaderamente democrática que sea honrada por la participación de los ciudadanos y donde sea dignificada la actividad política y de servicio público. A todos nos corresponde la noble tarea de cuidar y desarrollar la convivencia democrática; los episodios de violencia de estas semanas y la dramática muerte de un noble servidor público son hechos que nos duelen hondamente y que debemos desterrar de nuestra convivencia nacional.

- un segundo paso importante vivido en estas últimas décadas, es que hemos podido ser significativamente un país que se desarrolla y crece en diversos ámbitos de la vida nacional, particularmente en lo económico; se trata, entonces, de seguir creciendo hacia un desarrollo cada vez más humano;

- hay un tercer paso en el que es preciso reconocer que aún nos falta profundizar y nos queda mucho camino por recorrer, se trata de la construcción de una sociedad más equitativa, más justa, donde todos los bienes y beneficios estén mejor repartidos y al servicio de todos, particularmente de los que más los necesitan.

Este tercer paso en el caminar que vivimos como país es, en realidad, el decisivo y en virtud del cual tienen sentido los pasos anteriores, pues de poco nos serviría una democracia que no es capaz de generar más justicia social, y de poco nos serviría un mayor crecimiento del que sólo algunos se benefician y engendran nuevas y mayores injusticias. Tal es la perspectiva que señalábamos los Obispos en la última declaración del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal, haciéndonos cargo de las palabras de San Alberto Hurtado que nos decía que “sin justicia social, no hay democracia integral”.

Hermanas y hermanos, si nuestra historia ha sido y es un lugar privilegiado del encuentro con Dios y donde Él se nos da a conocer, entonces el desafío de la justicia social, el llamado a construir una sociedad más equitativa debemos acogerlo como un llamado y misión que el mismo Dios nos confía al escuchar los clamores de su pueblo. Es pues, una tarea en la que todos hemos de empeñar nuestros mejores esfuerzos y, particularmente, para los católicos se juega aquí -de manera particular- una verificación de nuestra fe en Dios. En el camino al Bicentenario de nuestra Independencia nacional, todos tenemos que trabajar -y aprender a trabajar juntos- para que Chile no sea una tierra de esclavitud para ninguno de sus hijos.

3.- El desafío de la comunión

Sirviendo la misión de Pastor que el Señor me confió, me correspondió ayudar a abrir la conciencia de muchos en nuestro país al desafío de la equidad y de mayor comunión señalando la necesidad de un “salario ético” como un imperativo de justicia para nuestro país y una urgencia para la necesaria paz social.

Quisiera, en primer lugar, agradecer la acogida que ha recibido nuestro planteamiento. Lo hago valorando todo lo que muy sinceramente se hace desde los diversos actores implicados -los trabajadores, los empresarios, los diversos centros de estudios, las autoridades- por enfrentar este urgente asunto con sentido de justicia y responsabilidad social. La reciente creación de una Comisión Especial por la Equidad, por parte de la Sra. Presidenta de la República, es un hecho social de relevancia.

Hemos intervenido en este asunto porque nos interpela el Evangelio y nuestra conciencia de ciudadanos. No lo hacemos como técnicos en la materia, pues no lo somos. Lo hacemos, tal como lo señalamos los Obispos en nuestra última declaración, “porque a la conciencia cristiana de Chile no le puede resultar indiferente el sufrimiento de tantos hombres y mujeres -trabajadores, jubilados, pensionados y montepiados-, que no logran vivir con dignidad si no acceden a un ingreso que permita a una familia satisfacer sus necesidades básicas acordes con la naturaleza de quienes son hijos de Dios” .

Al plantear este grave problema que, si bien aqueja al conjunto de nuestra sociedad, lo sufren los más pobres, no somos más que el eco de la Palabra de Dios que nos interpela cuando dice: “Miren, el salario de los obreros que segaron sus campos y que no han pagado está gritando, y los gritos de sus segadores han llegado a los oídos del Señor” (Sant 5, 4). La Doctrina Social de la Iglesia se nutre de la Palabra del Señor y de la tradición de los Padres de los primeros siglos, así como de las encíclicas sociales de los Papas y del testimonio de los santos, ocupando entre ellos un lugar central para nosotros el testimonio de San Alberto Hurtado. De ella emerge con claridad la responsabilidad social de todos los católicos y el deber de los Pastores de proponerla a todos y de colaborar para que el conjunto de la sociedad de pasos de mayor justicia y fraternidad.

Como creyentes en Jesucristo lo que nos interesa es la comunión de los seres humanos con Dios y entre sí. ¿Cómo podríamos ser creyentes en el Dios que es comunión de amor del Padre y el Hijo y el Espíritu Santo si no somos los obreros de la comunión entre los seres humanos y de éstos con Dios? Esa es nuestra vida y nuestra vocación como Iglesia, tal como lo acaba de señalar la reciente Vª Conferencia del Episcopado Latinoamericano, celebrada en Aparecida (Brasil): somos una comunidad de discípulos y misioneros, para que nuestros pueblos tengan vida en Él.

Por esta misma razón, los creyentes en Jesucristo tenemos la misión de estar allí donde la común-unión en cualquiera de sus formas es amenazada y, por tanto, menoscabada la dignidad del ser humano. Allí es misión de la Iglesia defender esa dignidad humana y anunciar el designio de común-unión que Dios tiene para todos los hombres y mujeres. En ocasiones hemos tenido que hacerlo a causa de graves violaciones de los derechos humanos; en otras ocasiones cuando el derecho a la vida es amenazado, especialmente en los más pequeños e indefensos a causa del aborto; en otras, cuando hay políticas públicas que debilitan a la familia o no contribuyen a una real educación de niños y jóvenes. Del mismo modo, nuestro llamado a todos los sectores de la sociedad a buscar un “salario ético” se inserta en esta corriente de promoción de la dignidad humana que anima al designio de comunión entre Dios y los hombres.

De esta manera, queremos volver a llamar a todos los actores sociales involucrados a trabajar buscando las formas y los medios para una mejor distribución de los bienes y asegurar que todos los trabajadores de nuestro país puedan recibir un salario del que nadie se avergüence, tanto de pagar, como de recibir. En realidad, y sin eufemismos, ¡lo mínimo para que un salario sea mínimo es que sea ético, si no es así significa que estamos viviendo en una sociedad inmoral!

Renovamos este llamado porque nos anima la convicción, como lo señalamos en la última declaración del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal, “que las decisiones económicas y las políticas públicas deben estar siempre motivadas por el bien de las personas, considerando de un modo privilegiado a los más vulnerables, a los más pobres. No podemos resignarnos a aceptar la inequidad y la injusticia social como datos de la realidad. No podemos separar la ética de la vida ni de la economía” .

Llegamos así a la cuestión de fondo en lo que se refiere a la búsqueda de consensos y de comunión que necesita nuestro país para ser “patria”, es decir, una casa paterna, para todos sus hijos. Me refiero a la necesidad de crecer todos en la convicción -y, por cierto, en las consecuencias prácticas- de que la pregunta ética atraviesa todas las dimensiones de nuestra vida, puesto que se trata de la pregunta por el Bien y por lo bueno que todos deseamos y buscamos, aunque a veces erremos el camino de la búsqueda y de su realización.

La cuestión urgente del “salario ético” es preciso, entonces, que la situemos en su contexto más amplio, el cual sí nos permitirá avanzar como un país que es patria para todos. Se trata de que abordemos como un real desafío social -en nuestro camino al Bicentenario- la tarea de repensar desde la responsabilidad ética qué nos corresponde a cada uno, qué país queremos, qué tipo de sociedad queremos vivir, qué tipo de desarrollo buscamos, qué tipo de crecimiento deseamos, qué tipo de empresas queremos desarrollar, qué tipo de conocimientos queremos promover, qué tipo de vida política y de políticos deseamos, qué modo de relacionarnos queremos cultivar; en una palabra, qué Chile queremos vivir nosotros y qué futuro queremos entregar a las próximas generaciones…

Sólo desde una clara aspiración al Bien y desde una sólida base valórica podremos hacer una patria para todos. Quisiera citar al respecto lo señalado por el Papa Benedicto XVI al inaugurar la Conferencia del Episcopado Latinoamericano en Aparecida: “las estructuras justas son, como he dicho, una condición indispensable para una sociedad justa, pero no nacen ni funcionan sin un consenso moral de la sociedad sobre los valores fundamentales y sobre la necesidad de vivir estos valores con las necesarias renuncias, incluso contra el interés personal” .

Desde nuestra fe en Dios, Señor de la historia, los católicos estamos llamados a colaborar en este diálogo ético, en la necesaria y compleja búsqueda de consensos, y en el testimonio de vida de los valores fundamentales del respeto a la persona humana, del valor de la vida, de la infatigable búsqueda de la justicia social, del diálogo como forma de resolución de los conflictos, de la solidaridad entrañable con los dolores de los pobres y sufrientes. Nuestro Chile puede contar hoy -como ha podido contar en el pasado- con el testimonio y aporte de los católicos en esta tarea fundamental: sabemos que un país que quiera ser como una “casa paterna”, una patria, no se construye sin Dios, sin acoger al Padre común y sin darle una respuesta de fe en la fraternidad. Ahí está y estará siempre nuestro compromiso evangelizador en medio de la vida e historia de nuestro querido Chile.

4.- Nuestra responsabilidad

En el Evangelio que hoy hemos proclamado se nos recuerda que en medio de los complejos desafíos de la historia, el Señor nos hace responsables de las situaciones, asegurando su presencia, pero invitándonos a actuar nosotros. En realidad, la situación de los discípulos era casi desesperada: como alimentar a una multitud en un lugar despoblado y sin medios suficientes para ello. La respuesta de Jesús es un desafío a la libertad y responsabilidad de los discípulos: “denles ustedes de comer” (Mc 6, 37).

El Señor Jesús sale a nuestro encuentro en los desafíos de nuestra historia, invitándonos a dar una respuesta que signifique un mayor crecimiento en la común-unión. La respuesta de los discípulos del Evangelio era tan pequeña, tan desproporcionada con las necesidades de la multitud hambrienta -¡sólo tenían cinco panes y dos peces!-, pero al mismo tiempo, ¡era tan verdadera, pues entregaban lo que tenían sin buscar soluciones personales! Esa respuesta de los discípulos del Evangelio que entregan sus cinco panes y dos peces, nos abre una pista por donde podemos avanzar atreviéndonos a entregar lo que cada uno es y tiene para el bien de todos. Y lo que es más importante aún, sólo desde esa respuesta de los discípulos el Señor puede multiplicar los esfuerzos de la generosidad humana que Él mismo ha despertado.

En el camino de ir avanzando hacia una sociedad más equitativa, hay diversos grupos que nos abren camino, poniendo con generosidad sus cinco panes y dos peces. Quisiera destacar y agradecer a los jóvenes de nuestro país que si bien, a veces, nos resultan tan distintos e incluso poco integrados a los cauces más habituales de participación ciudadana, han ido manifestándose como un grupo social preocupado por la pobreza de tantos chilenos y por los problemas vinculados a la falta de equidad, han sabido desarrollar -con pocos medios- acciones creativas y organizaciones de voluntariado que aportan soluciones reales. Quisiera animarlos a seguir abriendo un camino nuevo para una mayor justicia en nuestra región y en nuestro país.

Hermanas y hermanos, a todos nosotros nos toca poner nuestros cinco panes y dos peces para la mesa común: esa es nuestra responsabilidad y es, por lo mismo, nuestra oportunidad de construir nuestra historia colaborando en el designio de Dios que quiere y busca la comunión entre todos sus hijos.

Desde la responsabilidad que asumimos de ser verdaderos colaboradores del designio de Dios, le decimos “¡Quédate con nosotros, Señor!” ……


- ¡Quédate con nosotros Señor!.
Acompáñanos en nuestro
peregrinar por Chile,
para que esta Patria amada
que es de todos, llegue
a ser verdaderamente una copia feliz del Edén.

- ¡Quédate con nosotros Señor!
y regálanos un corazón abierto
y sensible a las necesidades
de los más pobres y sufrientes, para que
con sabiduría, audacia y
prudencia encontremos los
caminos más adecuados
para hacer de Chile una
nación más justa, equitativa
y fraterna.

- ¡Quédate con nosotros Señor!
Quédate en nuestras familias
Y fortalécelas en el amor y en la unidad. Quédate
Señor con nuestros niños y
jóvenes, promesa y esperanza
del hoy y del mañana. Dáles
generosidad y nobleza para
servir y amar. Quédate Señor
con nuestros ancianos y enfermos,
dáles fortaleza y cercanía fraterna.

- ¡Quédate con nosotros Señor!
Quédate en nuestros campos,
Bendice a quienes
día a día, cultivan
la tierra con esfuerzo. Quédate
en la profundidad de
nuestras minas y acompaña
a quienes extraen la riqueza
del cobre y otros minerales
para contribuir al bienestar
de todos los chilenos. Quédate
con todos los que trabajan por el desarrollo
y el progreso de Chile.

- ¡Quédate con nosotros Señor!
quédate en el corazón y
en las decisiones de nuestras
autoridades, en sus diversos
niveles, para que promuevan
siempre, el bien común, la
dignidad de todos, el respeto
por cada persona, la unidad
de nuestro pueblo.

Sí, Señor, ¡quédate con nosotros!.
porque nuestra vida y nuestra historia sólo
se puede comprender y
vivir en plenitud a partir
de Ti y solo viviendo en
relación contigo nuestra vida
será verdadera, digna,
libre y justa.


A ti, Señor de la Vida y de la Historia, honor y gloria por los siglos de los siglos.

Amén.


† Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua


Rancagua, septiembre 18 de 2007

martes, 18 de septiembre de 2007

CAUSA DE BEATICACION



VATICANO, 17 Sep. 07 / 08:34 am (ACI).- El Papa Benedicto XVI expresó hoy su alegría por la noticia del inicio de la causa de beatificación del cardenal vietnamita Francois-Xavier Nguyen Van Thuan, a quien calificó de “singular profeta de la esperanza cristiana”, y quien pasó trece años de su vida y ministerio episcopal en diversas prisiones de su país a causa de su fe.


Así lo expresó el Santo Padre al recibir a los oficiales y colaboradores del Pontificio Consejo Justicia y Paz y a los miembros de la Fundación San Mateo y del Observatorio Internacional Cardenal Van Thuan para la difusión de la doctrina social de la Iglesia con ocasión del quinto aniversario de la partida a la Casa del Padre del Purpurado que estuvo encarcelado entre 1975 –después que Vietnam del Sur fuera derrotado por el Norte y comenzara la represión contra la Iglesia Católica– y 1998, luego de ser nombrado Arzobispo coadjutor de Saigón (Thanh-Pho Ho Chi Minh).


Del Cardenal Van Thuan, Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz (1998-2002) e iniciador de la publicación del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia –publicado en octubre de 2004–, el Papa destacó su "cordialidad y la capacidad que tenía de dialogar y de hacerse prójimo de todos; su fervoroso compromiso en la difusión de la doctrina social de la Iglesia entre los pobres del mundo, el anhelo por la evangelización en su continente, Asia, la capacidad que tenía de coordinar las actividades de caridad y de promoción humana que promovía y sostenía en los lugares más recónditos de la tierra".


El Purpurado, continuó
Benedicto XVI, “era un hombre de esperanza, vivía de esperanza y la difundía entre todos los que encontraba. Gracias a esta energía espiritual resistió a todas las dificultades físicas y morales. La esperanza lo sostuvo como obispo aislado durante trece años de su comunidad diocesana; la esperanza le ayudó a percibir en lo absurdo de los eventos que le sucedieron –nunca fue procesado durante su larga detención– un designio providencial de Dios”.
"Al Cardenal Van Thuan le gustaba repetir que el cristiano es el hombre del ahora, del momento presente que hay que acoger y vivir con el amor de Cristo. En esta capacidad de vivir la hora presente se descubre su abandono íntimo en las manos de Dios y la sencillez evangélica que todos hemos admirado en él".


Siendo presidente del dicasterio vaticano, el entonces
Papa Juan Pablo II le invitó a dirigir el retiro de la Curia Vaticana al inicio de la Cuaresma del 2000. El tema escogido por el Purpurado para la ocasión fue “Testimonio y Esperanza”.


Hasta el día de su fallecimiento, el Cardenal llevaba la
cruz pectoral que él mismo fabricó a escondidas con un trozo de madera de la prisión. El entonces Arzobispo adjunto de Saigón protegía la cruz ocultándola en un trozo de jabón para que sus carceleros no se la quitaran; tras su liberación, cubrió esa cruz con una capa de metal.


Durante sus años en prisión, escribió varias cartas a sus feligreses, las mismas que circularon clandestinamente primero, y luego recogidas en un libro titulado “A lo largo del Sendero de la Esperanza”.


El Purpurado vietnamita falleció en Roma el 16 de septiembre de 2002.

domingo, 16 de septiembre de 2007

INVITACION A REZAR NOVENA





















Estimados amigos ( as )

Hemos recibido una invitación de la Madre María de la Santísima Trinidad, Superiora del Monasterio de Adoratrices de Colegual, para unirnos a una novena que se rezará en honor a San José a contar del próximo miércoles 19 de septiembre de 2007.

La novena tiene por objeto, pedir su intercesión ante Dios para que la Divina Providencia provea de lo necesario para que no se detenga la construcción del "Monasterio de Jesús Sacramentado de la Orden Monástica de las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento", en el sector de Colonia Tres Puentes, en la Comuna de Puerto Varas (Chile).

Desde su llegada a la zona en el año 2000, procedentes de México, las madres Adoratrices han vivido en la ex casa parroquial de Colegual, cedida por el Arzobispado de Puerto Montt en forma provisoria mientras se determine un lugar definitivo para el monasterio.

Las Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento son una Orden Religiosa de derecho pontificio, nacida en Roma el 8 de julio de 1807 en el convento de Santa Ana, en las Cuatro Fuentes, y fundada por la
Madre Magdalena de la Encarnación (Catalina Sordini Movizzo) impulsada por el deseo de reparación a Jesús Sacramentado ya que Italia pasaba por momentos difíciles, a causa de la de la invasión francesa.

La Venerable Madre María Magdalena de la Encarnación, nació el 16 de abril de 1770 en Puerto Santo Steffano, Italia. Fue bautizada con los nombres de: María Antonia Francisca Catalina Sordina. A los 18 años ingresó al monasterio de las franciscanas en Ischia di Castro. Se distinguió por su gran amor a la Eucaristía y ahí tuvo la inspiración de fundar la Orden de Adoratrices Perpetuas del Santísimo Sacramento.

CARISMA CONGREGACIONAL Y ESPIRITUALIDAD:

  • Estar día y noche delante de Jesús Eucaristía, alternándose por turnos en una ininterrumpida adoración.
  • Dar a Dios, Uno y Trino, haciéndose voz de cada criatura, alabanza, gracias, gloria, honor y bendición.
  • Amar, adorar, agradecer, interceder y reparar.
  • Implorar al Padre, en unión con los mismos sentimientos de su Hijo, presente en el Santísimo Sacramento, inmolándose con El por las necesidades de la Iglesia y del mundo.
  • Testimoniar la presencia permanente de Jesús en la Hostia, y atender con esmero, la difusión del culto Eucarístico, facilitando a los hermanos la participación en su oración y adoración.
  • Espiritualmente activas en el corazón de la Iglesia, absorbiendo de la fuente de la Eucaristía, animadas por el mismo espíritu de su venerable Fundadora, las adoratrices, dan testimonio a todos de la presencia Real del Dios de amor entre los hombres. Y como su Madre, imploran para que El. "sea de todos conocido, amado, adorado y agradecido en cada momento, en el Santísimo y Divinismo Sacramento".

    NOVENA A SAN JOSE

    ORACIÓN PREPARATORIA

    Por la señal, etc.

    Señor mío Jesucristo, etc.

    Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María. Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, regir y defender en la tierra la Sagrada Familia; protégenos también a nosotros, que pertenecemos, como fieles católicos. a la santa familia de tu Hijo que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesarios de esta vida, y sobre todo los auxilios espirituales para la vida eterna. Alcánzanos especialmente estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún pecado mortal, principalmente contra la castidad; la de un sincero amor y devoción a Jesús y María, y la de una buena muerte, recibiendo bien los últimos Sacramentos. Concédenos además la gracia especial que te pedimos cada uno en esta novena.

    Pídase con fervor y confianza la gracia que se desea obtener. A continuación rezar la oración del día que corresponda:

    ORACIÓN FINAL
    (para todos los días)

    Oh custodio y padre de Vírgenes San José a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia de Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María; por estas dos queridísimas prendas Jesús y María, te ruego y suplico me alcances, que preservado yo de toda impureza, sirva siempre castísimamente con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

    Jesús, José y María, os doy mi corazón y el alma mía

    Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.

    Jesús, José y María, con Vos descanse en paz el alma mía.

    Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

    Antífona. Tenía el mismo Jesús, al empezar su vida pública, cerca de treinta años, hijo, según se pensaba de José.

    V. San José, ruega por nosotros.

    R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.

    Oración. Oh Dios que con inefable providencia te dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de tu Madre Santísima; concédenos que, pues le veneramos como protector en la tierra, merezcamos tenerle como protector en los cielos. Oh Dios que vives y reinas en los siglos de los siglos. Amén.

    DÍA PRIMERO

    Oh benignísimo Jesús así como consolaste a tu padre amado en las perplejidades e incertidumbres que tuvo, dudando si abandonar a tu Santísima Madre su esposa, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José nos concedas mucha prudencia y acierto en todos los casos dudosos y angustias de nuestra vida, para que siempre acertemos con tu santísima voluntad.

    Terminar con la oración final para todos los días.

    DÍA SEGUNDO

    Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado en la pobreza y desamparo de Belén, con tu nacimiento, y con los cánticos de los Ángeles y visitas de los pastores, así también te suplicamos humildemente por intercesión de San José, que nos concedas llevar con paciencia nuestra pobreza y desamparo en esta vida, y que alegres nuestro espíritu con tu presencia y tu gracia, y la esperanza de la gloria.

    Terminar con la oración final para todos los días.

    DÍA TERCERO

    Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu amado padre en el doloroso misterio de la Circuncisión, recibiendo de él el dulce nombre de Jesús, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, nos concedas pronunciar siempre con amor y respeto tu santísimo nombre, llevarlo en el corazón, honrarlo en la vida, y profesar con obras y palabras que tú fuiste nuestro Salvador y Jesús.

    Terminar con la oración final para todos los días.

    DÍA CUARTO

    Oh benignísimo Jesús, así como consolaste a tu padre amado de la pena que le causó la profecía de Simeón, mostrándole el innumerable coro de los Santos, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José que nos concedas la gracia de ser de aquellos para quienes tu sirves, no de ruina, sino de resurrección, y que correspondamos fielmente a tu gracia para que vayamos a tu gloria.

    Terminar con la oración final para todos los días.

    DÍA QUINTO

    Oh benignísimo Jesús, así como tu amado padre te condujo de Belén a Egipto para librarte del tirano Herodes, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos libres de los que quieren dañar nuestras almas o nuestros cuerpos, nos des fortaleza y salvación en nuestras persecuciones, y en medio del destierro de esta vida nos protejas hasta que volemos a la patria celestial.

    Terminar con la oración final para todos los días.

    DÍA SEXTO

    Oh benignísimo Jesús así como tu padre amado te sustentó en Nazaret, y en cambio tú le premiaste en tu santísima compañía tantos años, con tu doctrina y tu dulce conversación, así te rogamos humildemente, por intercesión de San José nos concedas el sustento espiritual de tu gracia, y de tu santa comunión, y que vivamos santa y modestamente, como tú en Nazaret.

    Terminar con la oración final para todos los días.

    DÍA SÉPTIMO

    Oh benignísimo Jesús, así como por seguir la voluntad de tu padre celestial permitiste que tu amado padre en la tierra padeciese el vehementísimo dolor de perderte por tres días, así te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que antes queramos perder todas las cosas y disgustar a cualquier amigo, que dejar de hacer tu voluntad; que jamás te perdamos a ti por el pecado mortal, o que si por desgracia te perdiésemos te hallemos mediante una buena confesión.

    Terminar con la oración final para todos los días.

    DÍA OCTAVO

    Oh benignísimo Jesús, que en la hora de su muerte consolaste a tu glorioso padre, asistiendo juntamente con tu Madre su esposa a su última agonía, te suplicamos humildemente, por intercesión de San José, que nos concedas una muerte semejante a la suya asistido de tu bondad, de tu Santísima Madre y del mismo glorioso Patriarca protector de los moribundos, pronunciando al morir vuestros santísimos nombres, Jesús, María y José.

    Terminar con la oración final para todos los días.

    DÍA NOVENO

    Oh benignísimo Jesús, así como has elegido por medio de tu Vicario en la tierra a tu amado padre para protector de tu Santa Iglesia Católica, así te suplicamos humildemente por intercesión de San José, nos concedas el que seamos verdaderos y sinceros católicos, que profesemos sin error la fe católica, que vivamos sin miedo una vida digna de la fe que profesamos, y que jamás puedan los enemigos ni aterrarnos con persecuciones, ni con engaños seducirnos y apartamos de la única y verdadera religión que es la Católica.

    Terminar con la oración final para todos los días.

    Mayores informaciones en :
    http://www.adoratrices.cl














miércoles, 12 de septiembre de 2007

REFLEXIONES DE S.S. BENEDICTO XVI


Durante la tercera jornada de su viaje apostólico a Austria, el Papa BENEDICTO XVI visitó la histórica Abadía de Nuestra Señora de Heiligenkreuz (Santa Cruz), a unos 20 kilómetros al oeste de Viena, en la que resaltó algunos aspectos fundamentales de la vocación monacal y de la reflexión y formación teológicas.

Después de rezar ante el Santísimo Sacramento y ante la reliquia de la Santa Cruz, el Santo Padre ofreció un discurso en el que subrayó que la oración, una tarea que incumbe a todo cristiano, se encuentra especialmente en el centro de la vida monacal.

En su alocución en el interior del monasterio cisterciense fundado en 1135 por Leopoldo III, el Papa señaló que "es cierto, no solo los monjes son los que rezan; también las demás personas rezan: niños, jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, personas casadas y solteras, ¡todo cristiano reza! ¡O al menos debería hacerlo!". Sin embargo, precisó, "en la vida de los monjes, la oración tiene una especial importancia; es el corazón de sus compromisos profesados".

Ante los 78 monjes de la comunidad, los profesores y un centenar de estudiantes de la Facultad de Teología que alberga la abadía, además de algunos obispos austriacos y feligreses, el Santo Padre señaló también que el Oficio divino, del que derivó el Breviario, es testimonio y servicio por excelencia y que todo sacerdote y persona consagrada no debe anteponer nunca nada él.

Al respecto, el Pontífice dijo que "más allá de nuestras capacidades de anhelar y buscar a Dios hemos sido anhelados, buscados y encontrados por Él. La mirada vagante de los hombres de todo tiempo y pueblo, de todas las filosofías, religiones y culturas encuentra siempre los ojos abiertos sin límites del Hijo de Dios crucificado y resucitado" y apuntó que "nuestra luz, nuestra verdad, nuestra meta, nuestro sosiego, nuestra vida, todo ello no es una doctrina religiosa, sino una Persona: Jesucristo".

Más adelante, el Pontífice se refirió a la liturgia, indicando que en ella se hace presente en la tierra un "trocito" de cielo. "No es aventurado pensar que se percibe una imagen de la eternidad", dijo.

El Papa pidió a los monjes que cumplan la liturgia sagrada, contemplando a Dios en la comunión de los santos, de la Iglesia de todo lugar y de todo tiempo, para que sea expresión del "Dios amigo de los hombres".

¿Teología sin fe?

En su discurso, Benedicto XVI también abordó el tema de la teología, advirtiendo que "como una liturgia que olvida la mirada hacia Dios, también una teología que pierde el sentido de la fe deja de ser teología y acaba por reducirse a una serie de disciplinas más o menos relacionadas entre ellas".

Asimismo, el Papa abordó el tema de la formación de los llamados al sacerdocio y a la vida consagrada resaltando que para que ésta garantice la fidelidad a lo largo de toda la vida debe integrar la "fe y razón, corazón y mente, vida y pensamiento".

Cuando se descuida la dimensión intelectual, precisó, "surge demasiado fácilmente una forma de pía obsesión, que vive casi exclusivamente de emociones y de estados de ánimo, que no pueden ser mantenidos durante toda la vida", y cuando se descuida la dimensión espiritual se crea "un racionalismo enrarecido, frío, que jamás puede desembocar en una entrega entusiasta a Dios".

miércoles, 5 de septiembre de 2007

CHILE PUEDE MUCHO MAS

"Chile puede mucho más", afirman empresarios cristianos"Los actuales criterios y objetivos de la empresa no pueden ser exclusivamente de naturaleza financiera o comercial", señala USEC en una declaración sobre equidad y justicia.

La Unión Social de Empresarios Cristianos (USEC) acogió positivamente el llamado que ha hecho el Presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Alejandro Goic, a promover la justicia y la equidad con buena disposición y búsqueda de propuestas.

El organismo gremial expresó su satisfacción por el debate nacional que se ha generado en torno a este tema y valoró que, a iniciativa de la Presidenta de la República, se definiera la creación del Consejo para la Equidad Social con una amplia representatividad: "Una tarea de reflexión que juzgamos necesaria, y con la cual nos sentimos plenamente identificados ya que coincide con la esencia de nuestro quehacer".

La USEC promueve la práctica de los conceptos de la Doctrina Social de la Iglesia Católica. Estos principios básicos son el respeto a la dignidad de las personas, el bien común, el principio del destino universal de los bienes, el principio de la subsidiaridad, la participación y la solidaridad; los cuales se asocian a cuatro valores íntimamente ligados entre sí: la verdad, la justicia, la libertad y el amor fraterno.

En su declaración, plantea que la sostenibilidad de toda empresa emana de un clima de confianza y colaboración entre todos sus miembros, el que sólo se consigue con un trato percibido como justo por todos los participantes. Al mismo tiempo, establece que "los actuales criterios y objetivos de la empresa no pueden ser exclusivamente de naturaleza financiera o comercial, sino deben estar fundamentalmente basados en el respeto a la dignidad de las personas con las que interactúa y en especial con sus colaboradores más directos".

Los empresarios cristianos agrupados en USEC se declaran convencidos de que el crecimiento económico es el factor fundamental para reducir y eliminar la pobreza, y que para lograr esto la empresa debe ser cuidada y respetada en su unidad. "Chile puede y debe aspirar a mucho más que derrotar la pobreza", añaden.Desde esa certeza, invitan a mirar con mayor atención los "verdaderos problemas de nuestra realidad social, que son a nuestro juicio, la baja productividad y los altos índices de trabajo informal. Ambos fenómenos tienen su raíz en la mala calidad de la educación, la falta de hábitos de trabajo que están limitando seriamente las posibilidades de ocupación en muchos jóvenes y las restricciones que la ley impone al trabajo formal".Asimismo, expresan su preocupación por el "clima de agitación y violencia que están generando movimientos, muchas veces ilegales y que están afectando seriamente la libertad de trabajo y el derecho natural de propiedad".

A juicio de USEC, la mejor herramienta de un trabajador para obtener una remuneración adecuada "dependerá fundamentalmente de sus capacidades y del acceso a un mercado laboral que le ofrezca múltiples oportunidades".Fuente: USEC - Prensa CECh Santiago, 04/09/2007

FUENTE : http://www.iglesia.cl

FUENTE : http://www.usec.cl/

martes, 4 de septiembre de 2007

ASPECTOS DE LA DOCTRINA DE LA IGLESIA

Ciudad del Vaticano, 10 jul 2007 (VIS).- El documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe "Respuestas a algunas preguntas acerca de ciertos aspectos de la doctrina sobre la Iglesia ", está fechado el 29 de junio, solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo y lleva la firma del cardenal William Joseph Levada y del arzobispo Angelo Amato, S.D.B., respectivamente prefecto y secretario del dicasterio.

Ofrecemos a continuación el texto completo del documento, que ha sido publicado en latín, italiano, francés, inglés, alemán, español, portugués y polaco:

INTRODUCCION

El Concilio Vaticano II, con la Constitución dogmática "Lumen gentium" y con los Decretos sobre el Ecumenismo ("Unitatis redintegratio") y sobre las Iglesias orientales ("Orientalium Ecclesiarum"), ha contribuido de manera determinante a una comprensión más profunda de la eclesiología católica. También los Sumos Pontífices han profundizado en este campo y han dado orientaciones prácticas: Pablo VI en la Carta Encíclica "Ecclesiam suam" (1964) y Juan Pablo II en la Carta Encíclica "Ut unum sint" (1995).

El sucesivo empeño de los teólogos, orientado a ilustrar mejor los diferentes aspectos de la eclesiología, ha dado lugar al florecimiento de una amplia literatura sobre la materia. La temática, en efecto, se ha mostrado muy fecunda, pero también ha necesitado a veces de puntualizaciones y llamadas de atención, como la Declaración "Mysterium Ecclesiæ" (1973), la Carta "Communionis notio" (1992) y la Declaración "Dominus Iesus" (2000), publicadas todas por la Congregación para la Doctrina de la Fe.

La vastedad del argumento y la novedad de muchos temas siguen provocando la reflexión teológica, la cual ofrece nuevas contribuciones no siempre exentas de interpretaciones erradas, que suscitan perplejidades y dudas, algunas de las cuales han sido sometidas a la atención de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Ésta, presuponiendo la enseñanza global de la doctrina católica sobre la Iglesia, quiere responder precisando el significado auténtico de algunas expresiones eclesiológicas magisteriales que corren el peligro de ser tergiversadas en la discusión teológica.

Respuestas a las preguntas.

Primera pregunta: ¿El Concilio Ecuménico Vaticano II ha cambiado la precedente doctrina sobre la Iglesia?.

Respuesta: El Concilio Ecuménico Vaticano II ni ha querido cambiar la doctrina sobre la Iglesia ni de hecho la ha cambiado, sino que la ha desarrollado, profundizado y expuesto más ampliamente.

Esto fue precisamente lo que afirmó con extrema claridad Juan XXIII al comienzo del Concilio. Pablo VI lo reafirmó, expresándose con estas palabras en el acto de promulgación de la Constitución "Lumen gentium": "Creemos que el mejor comentario que puede hacerse es decir que esta promulgación verdaderamente no cambia en nada la doctrina tradicional. Lo que Cristo quiere, lo queremos nosotros también. Lo que había, permanece. Lo que la Iglesia ha enseñado a lo largo de los siglos, nosotros lo seguiremos enseñando. Solamente ahora se ha expresado lo que simplemente se vivía; se ha esclarecido lo que estaba incierto; ahora consigue una serena formulación lo que se meditaba, discutía y en parte era controvertido". Los Obispos repetidamente manifestaron y quisieron actuar esta intención.

Segunda pregunta: ¿Cómo se debe entender la afirmación según la cual Iglesia de Cristo subsiste en la Iglesia católica?.

Respuesta: Cristo "ha constituido en la tierra" una sola Iglesia y la ha instituido desde su origen como "comunidad visible y espiritual". Ella continuará existiendo en el curso de la historia y solamente en ella han permanecido y permanecerán todos los elementos instituidos por Cristo mismo. "Esta es la única Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos una, santa, católica y apostólica (...). Esta Iglesia, constituida y ordenada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él".

En la Constitución dogmática "Lumen gentium" 8 la subsistencia es esta perenne continuidad histórica y la permanencia de todos los elementos instituidos por Cristo en la Iglesia católica, en la cual, concretamente, se encuentra la Iglesia de Cristo en esta tierra.

Aunque se puede afirmar rectamente, según la doctrina católica, que la Iglesia de Cristo está presente y operante en las Iglesias y en las Comunidades eclesiales que aún no están en plena comunión con la Iglesia católica, gracias a los elementos de santificación y verdad presentes en ellas, el término "subsiste" es atribuido exclusivamente a la Iglesia católica, ya que se refiere precisamente a la nota de la unidad profesada en los símbolos de la fe (Creo en la Iglesia "una"); y esta Iglesia "una" subsiste en la Iglesia católica.

Tercera pregunta: ¿Por qué se usa la expresión "subsiste en ella" y no sencillamente la forma verbal "es"?.

Respuesta: El uso de esta expresión, que indica la plena identidad entre la Iglesia de Cristo y la Iglesia católica, no cambia la doctrina sobre la Iglesia. La verdadera razón por la cual ha sido usada es que expresa más claramente el hecho de que fuera de la Iglesia se encuentran "muchos elementos de santificación y de verdad que, como dones propios de la Iglesia de Cristo, inducen hacia la unidad católica".

"Por consiguiente, aunque creamos que las Iglesias y comunidades separadas tienen sus defectos, no están desprovistas de sentido y de valor en el misterio de la salvación, porque el Espíritu de Cristo no ha rehusado servirse de ellas como medios de salvación, cuya virtud deriva de la misma plenitud de la gracia y de la verdad que se confió a la Iglesia".

Cuarta pregunta: ¿Por qué el Concilio Ecuménico Vaticano II atribuye el nombre de "iglesias" a las Iglesias Orientales separadas de la plena comunión con la Iglesia católica? .

Respuesta: El Concilio ha querido aceptar el uso tradicional del término. "Puesto que estas Iglesias, aunque separadas, tienen verdaderos sacramentos y, sobre todo, en virtud de la sucesión apostólica, el sacerdocio y la Eucaristía, por los que se unen a nosotros con vínculos estrechísimos", merecen el título de "Iglesias particulares o locales", y son llamadas Iglesias hermanas de las Iglesias particulares católicas.

"Consiguientemente, por la celebración de la Eucaristía del Señor en cada una de estas Iglesias, se edifica y crece la Iglesia de Dios". Sin embargo, dado que la comunión con la Iglesia universal, cuya cabeza visible es el Obispo de Roma y Sucesor de Pedro, no es un simple complemento externo de la Iglesia particular, sino uno de sus principios constitutivos internos, aquellas venerables Comunidades cristianas sufren en realidad una carencia objetiva en su misma condición de Iglesia particular.

Por otra parte, la universalidad propia de la Iglesia, gobernada por el Sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, halla precisamente en la división entre los cristianos un obstáculo para su plena realización en la historia.

Quinta pregunta: ¿Por qué los textos del Concilio y el Magisterio sucesivo no atribuyen el título de "Iglesia" a las Comunidades cristianas nacidas de la Reforma del siglo XVI? .

Respuesta: Porque, según la doctrina católica, estas Comunidades no tienen la sucesión apostólica mediante el sacramento del Orden y, por tanto, están privadas de un elemento constitutivo esencial de la Iglesia. Estas Comunidades eclesiales que, especialmente a causa de la falta del sacerdocio sacramental, no han conservado la auténtica e íntegra sustancia del Misterio eucarístico, según la doctrina católica, no pueden ser llamadas "Iglesias" en sentido propio.

El Sumo Pontífice Benedicto XVI, en la audiencia concedida al Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha aprobado y confirmado estas Respuestas, decididas en la Sesión Ordinaria de esta Congregación, y ha ordenado que sean publicadas.

Las respuestas se acompañan de un comentario que explica que "las diversas cuestiones a las que la Congregación para la Doctrina de la Fe quiere contestar con el presente "Responsa" se encuadran en la visión general de la Iglesia tal como emerge de los documentos de carácter dogmático y ecuménico del Concilio Vaticano II: el Concilio de "la Iglesia sobre la Iglesia".

"Retomando sustancialmente la enseñanza conciliar y el Magisterio postconciliar - prosigue el texto - el nuevo documento, promulgado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, constituye un recuerdo claro de la doctrina católica sobre la Iglesia. Además de descartar visiones inaceptables, todavía difusas en el mismo ámbito católico, también ofrece indicaciones importantes para la continuación del diálogo ecuménico. Dicho diálogo es una de las prioridades de la Iglesia Católica. (...) Pero para que el diálogo pueda ser verdaderamente constructivo, además de la apertura a los interlocutores, es necesaria la fidelidad a la identidad de la fe católica".

"El ecumenismo católico puede presentarse a primera vista paradójico - advierte el documento -. Con la expresión "subsistit in", el Concilio Vaticano II quiso armonizar dos afirmaciones doctrinales: por un lado, que la Iglesia de Cristo, a pesar de las divisiones entre los cristianos, sigue existiendo plenamente sólo en la Iglesia católica, y por el otro, la existencia de numerosos elementos de santificación y verdad fuera de su entramado, o sea, en las Iglesias y comunidades eclesiales que todavía no están en plena comunión con la Iglesia católica".

"Aunque la Iglesia católica tenga la plenitud de los medios de salvación, "sin embargo, las divisiones de los cristianos impiden que la Iglesia lleve a efecto su propia plenitud de catolicidad en aquellos hijos que, estando verdaderamente incorporados a ella por el bautismo, están sin embargo separados de su plena comunión". Se trata, pues, de la plenitud de la Iglesia católica, que es ya actual, pero que tiene que crecer en los hermanos que no están en plena comunión con ella y en sus propios hijos, que son pecadores".
FUENTE : Fundación Psicología y Cristianismo -

domingo, 2 de septiembre de 2007

LA VIDA DESPUES DE LA MUERTE - EXPERIENCIA DEL PADRE JOSE MANYYANGAT

Estimados ( as) :
En un tiempo de confusión, un sacerdote católico nos recuerda la " sana doctrina " que, Nuestro Señor nos enseña, a través de la Iglesia.
" Nací el 16 de julio de 1949 en el estado de Kerala, India.

Mis padres eran José y Teresa Maniyangat. Soy el mayor de los siete hermanos: José, Maria, Teresa, Lissama, Zachariah, Valsa y Tom.

A los catorce años, entré en el seminario menor de Santa Maria, en la ciudad de Thiruvalla, para empezar a estudiar para sacerdote. Cuatro años más tarde, fui al seminario mayor pontifical de San José en Alwaye, Kerala, para proseguir mi formación sacerdotal. Después de terminar los siete años de filosofía y teología, fui ordenado sacerdote el 1 de enero de 1975 para servir como misionero en la diócesis de Thiruvalla.

El día de la Divina Misericordia, domingo 14 de abril de 1985, me dirigía al norte de Kerala, a una Iglesia de la misión, para celebrar Misa, y tuve un accidente fatal. Yo iba en motocicleta, y fui envestido, de frente por un jeep de un hombre intoxicado (borracho??), que volvía de un festival hindú. Me llevaron a un hospital que quedaba a 35 millas. En el camino, mi alma salio de mi cuerpo, y experimente la muerte. Inmediatamente me encontré con mi ángel de la guarda. Veía mi cuerpo, y la gente que me llevaba al hospital. Los oía llorar, y rezar por mí. En ese momento el ángel me dijo: ”voy a llevarte al cielo, el Señor quiere verte, y hablar contigo". También me dijo que en el camino, me mostraría el infierno y el purgatorio.

Primero, el ángel me llevó al infierno. Espantosa visión. Vi a satánas, los demonios, un fuego infernal -de cerca de 2.000 grados Fahrenheit-, gusanos que se arrastraban, gente que gritaba y peleaba, otros eran torturados por demonios. El ángel me dijo que todos estos sufrimientos se debían a pecados mortales cometidos, sin arrepentimiento. Entonces, comprendí que había siete grados de sufrimiento, según el número y la clase de pecados mortales cometidos en la vida terrenal. Las almas se veían feísimas, crueles y horribles. Fue una experiencia espantosa. Vi a gente que conocía, pero no puedo revelar la identidad. Los pecados por los que fueron condenados, principalmente fueron por el aborto, la homosexualidad, la eutanasia, el odio, el rencor y el sacrilegio. El ángel me dijo que si se hubieran arrepentido habrían evitado el infierno, y hubieran ido al purgatorio. También entendí que algunas personas que se arrepienten de estos pecados, pueden ser purificados en la tierra a través del sufrimiento. De esta manera pueden evitar el purgatorio, e ir derecho al cielo.

Me sorprendió ver en el infierno hasta a sacerdotes y obispos; algunos a quienes nunca esperaba ver. Muchos de ellos estaban allí por haber guiado con enseñanzas erróneas, y mal ejemplo a otros.

Después de la visita al infierno, mi ángel de la guarda me escolto al Purgatorio. Acá también, había siete grados de sufrimiento, y el fuego que no se extingue. Pero es mucho menos intenso que en el infierno, y no hay peleas ni luchas. El principal sufrimiento de estas almas es su separación de Dios. Algunos de los que están en el Purgatorio cometieron pecados mortales; pero antes de morir, se reconciliaron con Dios. Aun cuando estas almas sufren, gozan de paz, y saben que un día podrán ver cara a cara a Dios.

Tuve una oportunidad de comunicarme con las almas del purgatorio. Me pidieron que rezara por ellas, y que también digiera a la gente que rezara, para que ellas pudieran pronto ir al cielo. Cuando rezamos por estas almas, recibimos su agradecimiento por medio de sus oraciones, y una vez que las almas entran al cielo sus oraciones llegan a ser todavía más meritorias.

Es difícil para mí, poder describir la belleza de mi ángel de la guarda. Resplandece, y reluce. Él es mi constante compañero, y me ayuda en todos mis ministerios, especialmente el ministerio de sanación. Experimento su presencia en todas partes a donde voy, y agradezco su protección en mi vida diaria.

Después, mi ángel me escoltó al cielo, pasando a través de un gran túnel, deslumbrantemente blanco. Nunca en mi vida experimenté tanta paz y alegría. Inmediatamente el cielo se abrió, y percibí la música más deliciosa, que nunca antes hubiera oído. Los ángeles cantaban y alababan a Dios. Vi a todos los santos, especialmente a la Santa Madre, a san José, y a muchos piadosos santos obispos y sacerdotes que brillaban como estrellas. Y cuando aparecí ante el Señor, Jesús me dijo: "quiero que vuelvas al mundo. En tu segunda vida serás un instrumento de paz y sanación para mi gente. Caminarás en tierra extranjera, y hablarás una lengua extranjera. Con Mi gracia, todo es posible para ti". Después de estas palabras, la Santa Madre me dijo: ”haz lo que Él te diga. Te ayudaré en tu ministerio”.

No hay palabras para poder expresar la belleza del cielo. Encontramos tanta paz y felicidad, que excede millones de veces nuestra imaginación. Nuestro Señor es mucho más indescriptible de lo que cualquier imagen puede transmitir. Su cara es radiante y luminosa, más esplendida que el amanecer de mil soles. Las imágenes que vemos en el mundo son solo una sombra de su magnificencia. La Santa Madre estaba al lado de Jesús; es tan linda y radiante. Ninguna de las imágenes que vemos en este mundo pueden llegar a compararse con su real belleza. El cielo es nuestro verdadero hogar, todos hemos sido creados para alcanzar el cielo, y gozar de Dios para siempre. Entonces, volví con mi ángel al mundo.

Mientras mi cuerpo estaba en el hospital, el medico terminó todos los exámenes necesarios, y dictamino muerto. La causa de la muerte fue hemorragia. Notificaron a mi familia, y como estaban muy lejos, el personal del hospital decidió llevar mi cuerpo muerto a la morgue. Como el hospital no tenía aire acondicionado, sabían que el cuerpo se iba a descomponer rápidamente. Mientras llevaban mi cuerpo muerto al depósito de cadáveres, mi alma volvió al cuerpo. Sentí un dolor atroz, tenía muchas heridas y huesos rotos. Empecé a gritar, la gente se asustó, y gritando salio corriendo. Una de las personas se acercó al medico, y le dijo: ”el cuerpo muerto está gritando". El medico vino a examinar mi cuerpo, y comprobo que estaba vivo. Así que dijo: ”el padre está vivo, es un milagro, llévenlo de nuevo al hospital".

Ahora, de vuelta en el hospital, me hicieron una transfusión de sangre, y me llevaron a cirugía para reparar los huesos quebrados. Trabajaron en mi mandíbula, costillas, pelvis, muñecas, y pierna derecha. Después de dos meses, me dejaron salir del hospital, pero el medico traumatólogo dijo que nunca más podría caminar. Entonces le conteste: ”el Señor que me devolvió la vida, y me envió de nuevo al mundo, me curará". Una vez en mi casa, todos rezamos por un milagro. Sin embargo, después de un mes, cuando me sacaron el yeso, todavía no podía moverme. Pero un día, mientras rezaba, sentí un dolor espantoso en la pelvis. Después de un ratito, desapareció todo dolor, y oí una voz: "Estas curado. Levántate y camina”. Sentí paz, y el poder sanador en mi cuerpo. Inmediatamente me levanté y caminé. Alabé, y le di gracias a Dios por el milagro.

Le avisé la noticia de mi cura al doctor, y quedo asombrado. Me dijo: "Tu Dios es el Dios verdadero. Debo seguir a tu Dios”. El medico era hindú, y me pidió que le enseñara sobre nuestra Religión. Después de estudiar la fe, lo bauticé y se hizo Católico.

El 10 de noviembre de 1986, siguiendo el mensaje de mi ángel de la guarda, llegue a los Estados Unidos como sacerdote misionero. Primero, desde 1987 a 1989, trabajé en la diócesis de Boise, Idaho, y después, desde 1989 a 1992, como director del Ministerio de los Presos, en la diócesis de Orlando, Florida.

En 1992, fui a la diócesis de san Agustín, en donde, por dos años, me asignaron a la parroquia del san Mateo en Jacksonville. Más tarde, desde 1994 a 1999, me nombraron vicario parroquial de la Iglesia de la Asunción. En 1997 quede incardinado, como miembro permanente de la diócesis. Desde junio de 1999, he sido pastor de Santa Maria Madre de la Misericordia, Iglesia católica en Macclenny, Florida. También soy capellán católico de la prisión del estado de Florida, en Starke, Union Correctional Institution, en Raiford, y del hospital Northeast Florida State, del estado de Florida en Macclenny. También soy director espiritual diocesano de la legión de Maria.

El primer sábado de cada mes, en mi parroquia, Santa Maria Madre de la Misericordia, dirijo un ministerio Eucarístico y sanador. La gente viene de toda la diócesis, de muchas partes de Florida, hasta de fuera del estado. Me han invitado a dirigir el ministerio sanador en otras ciudades importantes de los Estados Unidos: New York, Philadelphia, Washington, San José, Dallas, Chicago, Birmingham, Denver, Boise, Idaho Falls, Miami, Ft. Lauderdale, Poolsville; y en muchos otros países: Irlanda, España, República Checa, La India, Francia, Portugal, Yugoslavia, Italia, Canadá, México, Islas Cayman, Islas Hawaianas.

Por medio de este ministerio Eucarístico-sanador, he visto a mucha gente curarse física, espiritual, mental y emocionalmente. Gente con diferentes enfermedades tipo: cáncer, sida, artritis, problemas del corazón de la vista, enfisema, asma, dolores de espalda, sordera, y muchos otros han quedado totalmente curados. Además, varias veces durante el año conduzco un especial servicio curativo para sanar el árbol de familia, en el que el efecto de los pecados ancestrales bloquea a la persona, y ella recibe una total sanación. La Escritura dice, (Éxodo, capítulo 34, versículo 7), que castiga la iniquidad del pecado, de los padres en los hijos, y en los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Así que, en muchos casos necesitamos sanación generacional. Los médicos, y los remedios no ayudan a curar ciertas enfermedades causadas por nuestro árbol de familia. "

Fuente : http://www.stmarymacclenny.com/Index.htm