domingo, 29 de marzo de 2009

UN GESTO DE MISERICORDIA

Una vehemente discusión ha surgido en torno a la decisión de Benedicto XVI de poner fin a la pena de excomunión de cuatro obispos consagrados por el Arzobispo Lefebvre. Hoy, nuestro Obispo Diocesano, monseñor Alejandro Goic, nos habla de esta decisión tomada por el Santo Padre.

Monseñor, la remisión por parte de Benedicto XVI de la excomunión a cuatro obispos lefebvristas provocó tanto revuelo que el Santo Padre envió una carta a todos los obispos argumentando su decisión. Explíquenos, por favor, cómo se generó esta situación.

- En el año 1988 el arzobispo de origen francés Marcel Lefebvre, que había sido un gran misionero en África, desconociendo las orientaciones del Concilio Vaticano II, y sin mandato del Papa, consagró a cuatro sacerdotes como obispos y se generó este llamado movimiento lefebvrista. Ningún obispo puede consagrar a otro sin la autorización explícita del Santo Padre. Es el Papa quien, según las leyes de la Iglesia, nombra a los obispos y por mandato del él lo consagran otros obispos. Y por eso se produjo lo que se llama un cisma, es decir, una separación de Lefebvre ya fallecido, los cuatro obispos consagrados por él de manera ilegítima y todo el movimiento de gente que los ha seguido y de alguna manera están y estaban fuera de la Iglesia. Por lo tanto, la carta que el Papa nos mandó a todos los obispos nace en ese contexto. Él por una actitud de misericordia, levanta la excomunión que pesaba sobre estos cuatro obispos, sucesores de monseñor Lefebvre.

¿Cree Ud. que la decisión de Benedicto XVI tiene que ver con un acto de misericordia y un concepto de Iglesia en la que todos cabemos?

- Yo creo que, sin duda, que la actitud de la misericordia es una actitud fundamental del Evangelio, pero siempre la unidad de la Iglesia Católica está en el sucesor de Pedro, hoy Benedicto XVI. Estas personas, en conversaciones privadas con un cardenal que estaba a cargo de dialogar con ellos, manifestaron su deseo de volver a la comunidad con la Iglesia y, en ese contexto, lo que hace el Santo Padre es simplemente levantarles la pena de excomunión, es decir, que vuelven al seno de la Iglesia Católica, pero actualmente ellos no tienen ninguna responsabilidad pastoral, se sigue estudiando su situación. Lo que es evidente es que si ellos quieren volver en plenitud a la Iglesia católica, tienen que asumir la fidelidad al sucesor de Pedro y tienen que asumir el Concilio Vaticano II en toda su plenitud. Este gesto, como lo dice el Papa en su carta, fue posible después que los interesados reconocieran, en línea de principios, al Papa y su potestad de Pastor, a pesar de que todavía subsisten algunas diferencias en lo doctrinal, que justamente será materia de estudio, pero la Iglesia Católica para mantener su unidad tiene que estar en comunión con el sucesor de Pedro.

¿Cree Ud. que esta decisión del Papa fue mal interpretada? ¿Por qué?

- La carta que el Papa nos mandó con fecha 10 de marzo a todos los obispos y que ha conocido la opinión pública, da las razones por las cuales actuó y que brevemente he explicado. Es evidente que en algunos sectores eclesiásticos, sobre todo en las iglesias de Europa, fue mal interpretada, porque se pensó que esto iba a conllevar una especie de claudicación de la doctrina del Concilio Vaticano II. El Papa deja muy claro que el Concilio Vaticano conserva su plena validez y, además, la situación se agravó porque uno de los cuatro obispos excomulgados negó el holocausto judío, colocando en una situación muy delicada la relación entre el judaísmo y el cristianismo, que la Iglesia Católica venía trabajando durante décadas, para llegar a una relación de fraternidad. Fueron, por lo tanto, esas declaraciones de un obispo que recién había recibido el perdón del Papa, que provocaron esta mala interpretación y esta cierta desazón en algunos episcopados del mundo, pero la carta del Papa explica, con una humildad impresionante, lo que aconteció. Todo buen católico tiene que orar por el Papa, porque él es el principio y fundamento de la unidad visible de la Iglesia, con su Señor Jesucristo y, por lo tanto, tenemos que orar más que nunca para que Dios bendiga e ilumine al Santo Padre Benedicto XVI.

FUENTE: Palabras del Pastor -
www.iglesia.cl/rancagua