sábado, 5 de julio de 2008

COMUNICACIONES SOCIALES



Estimado Señor Cardenal,
apreciados hermanos obispos y sacerdotes,
muy queridas hermanas y hermanos comunicadores

1. Con mucha alegría les saludo en esta ocasión en que la Iglesia celebra la Cuadragésima Segunda Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, oportunidad en que el Santo Padre nos ha invitado a reflexionar sobre el sentido de los medios de comunicación, en la encrucijada entre protagonismo y servicio.

2. En su mensaje, el Papa nos invita a “buscar la verdad para compartirla”. Y en este sentido hace hincapié en que los medios de comunicación pueden y deben ser instrumentos al servicio de un mundo más justo y solidario. La palabra “solidaridad”, que en sí contiene la respuesta que nuestra Iglesia propone frente a los desafíos de este mundo globalizado, esa palabra nos obliga a recordar un período de la historia de Chile que se vivió de una manera muy singular en este mismo lugar que hoy nos acoge.

3. Por estos edificios de la Iglesia de Santiago transitaron muchos hermanos nuestros en busca de un Buen Samaritano. La Vicaría de la Solidaridad recibió también en sus pasillos a muchos periodistas y comunicadores que, en una época difícil para la libertad de expresión, se convertían en testigos de una parte de la historia. Aquí se escribían además las páginas del periódico que llevaba el nombre de este valor cristiano: “Solidaridad”, y que sorteando mil escollos lograba ponernos al tanto de información fidedigna sobre lo que pasaba en Chile.

4. He querido recordar el pasado de este lugar porque lo que aquí se vivió no fue sino la expresión viva de una Iglesia que ha querido ser fiel a Jesucristo y al Evangelio. Por ser consecuentes entonces con lo que el Señor pedía a su Iglesia en una hora dramática para el país, sus pastores no siempre fueron comprendidos, y muchas veces recibieron un trato injusto de autoridades y también de algunos medios de comunicación. Cuando la vida, los derechos humanos y las libertades individuales estaban amenazadas, no podíamos callar, no podíamos dejar de ser refugio solidario. Algunos sacerdotes dieron la vida en ese afán. También algunos periodistas y comunicadores. A todos ellos los recordamos, en este día, en este lugar, con una oración al Padre de eterna bondad.

5. Pienso en cuánto hemos cambiado en tres décadas… cómo ha cambiado Chile, nuestra sociedad, sus valores y costumbres; cómo hemos cambiado la Iglesia y sus pastores, cómo han cambiado los medios de comunicación y sus profesionales. Indudablemente estamos muy lejos de las arbitrariedades y amenazas que se vivieron en aquél entonces. Pero nuestra sociedad está aún lejos del progreso humano y del desarrollo social que tanto afirmamos desear para nuestra patria.

6. Tampoco podemos callar hoy los obispos cuando se amenazan la vida humana, la dignidad de las personas, la vida familiar y las relaciones laborales; cuando se afecta al medio ambiente, se instala la violencia como algo cotidiano, se desconoce la identidad cultural de nuestros pueblos originarios y se propone el exitismo de una sociedad consumista como modelo de logro social. No es de extrañar, entonces, que tampoco hoy nuestra motivación evangélica sea bien comprendida por todos.

7. Por otra parte, sentimos que muchos periodistas y comunicadores siguen, como ayer, atrapados. Pero son distintas las mordazas: los vemos atrapados frente a las lógicas de algunos medios de comunicación prisioneros de los indicadores de sintonía, de tiraje o de visitas; rindiendo culto a unas supuestas exigencias del mercado, hipotecando sus principios editoriales, llenando páginas y minutos con contenidos banales, reduciendo el nivel del debate, exacerbando conflictos.

8. En este escenario, sentimos que es nuestro, como Iglesia, un deber de gratitud hacia los periodistas y comunicadores que comparten una fe común en Cristo. A ustedes, hermanos, que buscan la verdad para compartirla en la certeza de Aquél que es Verdad con mayúscula, Verdad que nos hace libres, a ustedes les expresamos nuestra cercanía. También les animamos para que sigan siendo consecuentes con los valores del Evangelio. Para que no olviden nunca que la misión del comunicador encuentra su sello trascendente cuando se orienta a la verdad, cuando promueve el respeto de la dignidad de las personas, cuando procura el bien común de todos, de un modo especial de los más pobres y vulnerables.

9. Que el Señor les bendiga a ustedes y a sus familias, que siempre son las primeras que sufren las consecuencias de una profesión que lamentablemente no respeta horario. Que bendiga sus actividades, y que conceda a este país la gracia de contar con medios de comunicación que contribuyan al progreso de la sociedad.



† Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua
Presidente de la Conferencia Episcopal de Chile





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